viernes, 26 de junio de 2009

EL UNIVERSO DE LOS TRAJES DE NOVIA









El origen del vestido de novia proviene de los tiempos de Roma, en el cual las novias se casaban con la misma túnica blanca que usaban a diario, aunque usaban un velo color púrpura, adornado con una corona de flores. Luego, en la época de los lombardos, las novias se vestían con una túnica negra larga, con un manto rojo.

Edad Media
El color dejó de ser un factor esencial tanto para el velo como para el vestido. Lo importante era la riqueza de la tela y los adornos.
En la época de la edad media se ponían vestidos rojos, con decoraciones doradas, que representaban la realeza y el poder. En épocas del Renacimiento el color no era tan importante, como que este fuera bordado con piedras preciosas, perlas y diamantes. Alrededor de los años 1700 se usaban mucho los colores pastel.


La popularidad del blanco se remonta a 1840 año en que se produjo la boda de la reina Victoria a Alberto de Saxe-Coburg. La reina eligió un vestido de color blanco para el acontecimiento. La fotografía oficial de la boda fue extensamente difundida y muchas novias optaron por un vestido similar en honor a esa elección. La tradición de utilizar un traje blanco en la boda continúa hoy en día.
Antes de la era victoriana las novias se podían casar de cualquier color excepto negro (el color del luto) o el rojo. El vestido blanco vino a simbolizar la pureza del corazón y la inocencia de la niñez. Luego se dicto la tradición en que el color blanco simbolizaba la virginidad. Originariamente, el color que se relacionaba con la pureza era el azul.

En la actualidad
En el siglo XX el color blanco representa a las novias. De acuerdo con la tradición, se considera mala suerte que el novio vea a la novia vestida con su traje antes de la ceremonia.


LOS CAMBIOS QUE HA TENIDO EL VESTIDO DE NOVIA ATRAVEZ DE LOS AÑOS:






A lo largo de la Historia, el vestido de novia ha experimentado diversidad de formas, colores y estilos. Ya en la Roma Antigua los vestidos en las bodas eran un elemento destacado del ritual religioso.
En Egipto, el blanco presidía numerosas ceremonias, mientras en la Edad Media los brocados y bordados se convirtieron en el complemento necesario de las bodas de las damas de la nobleza. Para algunos historiadores, fue a partir del siglo IX cuando los vestidos se cargaron con más simbolismo en ceremonias como los enlaces matrimoniales.
Con el paso de los años, creencias, tradiciones y simbolismos se suman a adosar el ritual de la unión y a cargar de misterio a la novia.
En ocasiones, se esconde el rostro tras un velo o simplemente éste va sobre la cabeza en señal de inocencia. En un viaje hacia siglos pasados se apunta que las novias de las antiguas Grecia y Roma ya utilizaban el velo en las ceremonias nupciales. En aquella época, la futura esposa debía usar el velo para protegerse de un mal de ojo de un rival o de las envidias de las demás invitadas aún solteras que acudían a presenciar la boda.

Hoy, el velo es parte del traje de novia, especialmente si la ceremonia es religiosa, y en su blancura está el símbolo de la inocencia. Sin embargo, en algunos textos de la colección Historia de la Moda, se lee que el velo significa, “cuidaré a tus hijos”. De ahí que la princesa Diana lució un velo que se confundió con la interminable cola en señal de que ella cuidaría a los hijos de Inglaterra.

UN ESTILO EN CADA DECADA:

El paso de la mujer por los años y sus trascendentes conquistas han tenido a la moda como testigo. Es evidente ver los cambios en su imagen como expresión social, política y económica de cada tiempo, tanto que en una retrospección se ve marcada cada época por una tendencia. Y qué más referencia que uno de los trajes más importantes, si no es el más importante, que la mujer luce en su vida: el vestido de novia.
Esta prenda, símbolo de la tradición y el espíritu conservador en el mundo de la moda, también pasó por varias transformaciones al recibir la influencia de los vertiginosos cambios familiares, sociales, políticos, económicos y hasta tecnológicos. El vestido de novia largo y nada escotado de los años 1910, imperdonablemente era de color blanco, pero no como un símbolo de pureza e inocencia, sino en señal de riqueza y opulencia.
La década de los 30 trajo cierto aire de sensualidad, pues las novias apostaron a los vestidos de líneas lánguidas que se ajustaban al cuerpo. El toque encantador estaba en las mangas abollonadas que evocaba el estilo victoriano.
El estruendo de la I Guerra Mundial pone austeridad a los vestidos de novia. El traje sastre o los vestidos de dos piezas son el atuendo de las novias que complementan la tenida con ramos y tocados de flores imitadas en tela.
Luego de esta etapa, la moda tiene a un revolucionario que marca, hasta hoy, la tendencia. Es el diseñador francés Crhistian Dior (1905), quien en cada una de sus creaciones imprime glamour. Gracias a él, los vestidos de los años 50 pasan por modificaciones drásticas. Las faldas aún más largas y amplias de lo común estaban pensadas para hacer que la mujer se vea muy femenina y que sus prendas de fantasía sean un lienzo para el lujo desmedido que encandiló al mundo de la posguerra.

los años 70, el tiempo del amor libre y de la revolución sexual, puso su toque en la moda y por supuesto, en las novias que guardaron, lo hasta entonces tradicional, y se aventaron a disfrutar de un estilo casi infantil.
Los trajes de la década tenían botones y los escotes fueron cambiados por los cuellos Peter Pan. Aparecieron las mangas largas que acababan en puños y a manera de accesorios llevaron grandes y variadas flores y velos cortos.
Luego de ese desenfreno, el matrimonio recobró importancia. Los vestidos volvieron a ser muy elaborados y es ahí cuando los diseñadores de moda dejaron volar su creatividad y con ella, los volados de las mangas, del ruedo y el cabello largo adornado con flores naturales y muy frescas.
Las novias de los años 80 tuvieron un gran referente que aunque no desfiló sobre las pasarelas de ninguna de las capitales de la moda, marcó una temporada de abundancia. Esta figura fue Lady Di, quien con su vestido de novia y su estilo se apuntó en las páginas de las revistas especializadas en moda, como una de las mejor vestidas de la década.
En el ocaso del siglo XX, en los años 90, apareció el concepto minimalista, donde lo poco es mucho. De ahí que también los vestidos de novia se estilizaron y se prefirió la simpleza combinada con la elegancia y la sensualidad.
Hoy, al correr del primer quinquenio del siglo XXI, los diseñadores se alimentan de esa historia. Se inspiran con lo más clásico y también con las tendencias más vanguardistas para presentar así, a las futuras esposas, un sinfín de posibilidades y sugerencias.
Hoy día la vuelta a los tonos más blancos y escotes pronunciados. Las asimetrías y superposiciones de géneros son comunes en muchas de las colecciones de los grandes de la moda nupcial en España.
Organzas, rasos y gasas se combinan de forma magistral en vestidos blancos, dorados o una amplia gama de diseños en tonos champán.
La primera sugerencia de los diseñadores es que la novia debe sentirte cómoda. “Que lo que lleves te haga sentir más guapa, pero natural, nunca disfrazada”.







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